En el año 1971 mi padre se
compraba su primer coche, un Seat 600 E. Era el coche de la clase media en
España por aquellos años y con el tiempo se convertiría en un mito nacional
asociado a las décadas 60-70.
Casualidades de la vida, aquel
pequeño Seat 600 ha llegado casi intacto al año 2014. Digo casi intacto porque
aunque mi padre intentó y consiguió durante muchos años tenerlo impecable,
cuando mi hermana y yo sacamos el permiso de conducir poco a poco fuimos
destruyendo pequeños detalles en nuestros paseos con amigos. Por suerte mi
padre reaccionó a tiempo y decidió que lo mejor para su “chiqui” era que sólo
tuviese contacto con él.
Con los años me di cuenta de que
tenía una pequeña joya en casa y aprendí a valorar lo que mi padre adoraba, por
eso cuando mi amigo Joaquín se compró su primer Seat 600 para restaurar le dije
que no se iba a arrepentir y ahora se lo pasa genial en las concentraciones del
Seat 600.
Y hasta aquí mi homenaje a un
coche que ha hecho historia en España.
El post de hoy va sobre la última
Concentración de Clásicos de A Coruña a la que asistí gracias a que mi amigo me
prestó su Seat 600.
La concentración consistió en
asistir a la Fiesta de la Trucha de Sigüeiro, darse unas vueltas, disfrutar de
una comida y dejar que los demás pudiesen disfrutar también de unas horas entre
clásicos.
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