Uno de esos pueblos que
siempre ha llamado mi atención ha sido Combarro, pero mi única visita hace un
par de años no resultó lo que yo esperaba.
Siempre me había atraído la
imagen de las casas marineras con sus balconadas en piedra orientadas hacia el
mar y los hórreos a pie de playa, pero el reconocimiento turístico de esta
villa le ha hecho perder parte de la magia marinera de otra época.
Tengo que reconocer que el
inicio de la visita fue de mi agrado. La entrada silenciosa en la mañana por
aquellas estrechas y tranquilas
callejuelas de piedra me hacía disfrutar de la verdadera imagen del pueblo,
pero según me iba acercando a la zona de playa la tranquilidad se empezó a
terminar y me vi rodeada de turistas y casas vestidas de souvenirs que impedían
contemplar su maravillosa arquitectura.
Los hórreos están rodeados
de terrazas en las que poder comer y disfrutar de las vistas al mar.
Combarro, para mí ha
resultado ser un lugar lleno de magia perdida para dar lugar a un medio de vida
de los lugareños orientado a un turismo recargado de tiendas y terrazas, que
impiden ver la propia esencia del pueblo.
A pesar de todo, merece la
pena visitarlo y alejarse un poco de la parte más concurrida para apreciar la
verdadera esencia del pueblo, desconectar y disfrutar de la tranquilidad que
una pequeña villa marinera disfrutó en otra época.